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Denis Barrios vende cocos en el Centro desde hace nueve años.
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Hansel Vásquez

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Denis Barrios, una mujer luchadora que pone el sabor a coco en el Centro de Barranquilla

Pese a perder a dos de sus tres hijos y a su esposo, la barranquillera le ganó la batalla a la depresión y decidió salir adelante por ella misma y por la única hija que tiene con vida.

Para muchos el coco es una efectiva forma de quitar la sed y espantar por unos minutos el calor, pero para la barranquillera Denis Barrios es el fruto que la sacó de la depresión y le ayudó a salir adelante sin ayuda de nadie.

De lunes a domingo, desde las 8:00 a.m., se ubica en la esquina de la calle 34 con carrera 45B y, con una gran sonrisa, chistes y frases amables a los transeúntes, se pone la meta de, por lo menos, 'quitarle el calor' a 35 barranquilleros. Por 2.500 pesos, la mujer de ojos cafés, adornados con pestañina color azul y una sonrisa amplia, te parte un coco, lo sirve para llevar, te da la pulpa y, de ñapa, regala unos cuantos chistes verdes y piropos, porque todos en el centro son "sus novios o amigos".

Dice 'hacerse la loca' para pasar el rato y le pone buena cara a las penas, a pesar de que estas le han golpeado en más de una ocasión.

“Yo creo que estoy loca. Debo estarlo para hacer lo que hago todos los días”, asegura, soltando una carcajada contagiosa.

El coco llegó a su vida hace nueve años, cuando perdió a su esposo, Francisco Antonio Guette Meriño, un comerciante que por 36 años la tuvo “escondida en la casa” y la mantuvo como una reina, en medio de la escasez.

Su primera vicisitud llegó con la muerte de su primer hijo, Francisco, que falleció a los seis meses de nacido por un problema de salud, sin embargo, no sería la última. 

El segundo golpe llegó con la muerte de Francisco Rafael Guette Barrios, su tercer hijo, quien falleció a los 16 años, producto de un robo. "A mi hijo lo mataron cuando tenía 16 años por robarle un par de zapatos. Él estaba en una fiesta y llegaron dos hombres, le pidieron los tenis y como no los quiso dar me le dieron unos tiros. Ese día se acabó mi vida”, recuerda.

El primer pensamiento de la entonces ama de casa fue conseguir una pistola y acabar con la vida de quienes le quitaron su “mayor tesoro”, “pero para qué lo hacía… esos dos muchachos también tenían madre y no quería causarle a esa mujer el mismo sufrimiento mío así que dejé todo en manos de Dios”, y el destino pasó factura, pues años después, Denis se enteró que los delincuentes que apagaron la llama de la vida de su Francisco murieron abatidos en las calles, “es que el que a hierro mata…”, deja hasta ahí el refrán.

La muerte del joven le dolió tanto a su esposo que poco a poco se fue consumiendo en el alcohol, hasta que un día se lo llevó. “Yo no sabía trabajar. Por 36 años fui ama de casa y cometí el error de creer que la muerte de mi hijo solo me afectó a mí y no a mis seres queridos”, relata.

Solo le quedó Diana, su segunda hija. Al verse sola y sin nadie que la ayudara a salir adelante, Denis contempló el suicido y cuando planeaba la manera de acabar con su vida, llegó la llamada de una prima que le ofreció trabajo. Un día después de enterrar a su esposo, la vendedora llegó al Paseo Bolívar y, por ocho años, ayudó a su familiar, hasta que hace un año buscó su independencia financiera.

La sonrisa picarona que acompaña a Denis todos los días.

De reina y vendedora

A Denis la encuentras de lunes a domingo desde las 8 de la mañana a las afueras de Fedecafé.

Desde pequeña ha sabido sortear las dificultades. Fue una niña huérfana y tiene siete hermanos. Ignora el paradero de la mayoría de ellos.   A los 11 años comenzó a ir a fiestas y verbenas y se casó a sus 16 primaveras.

“Yo creo que porque crecí sin papás siempre me propuse tener una familia y dos hijos. Eso sí, a pesar de que salía mucho nunca pasaba de besos con los hombres porque para mí la virginidad es un diploma de honor de toda mujer”, dice orgullosa.

Denis cuenta que era de esas mujeres que anda todo el día entaconada, arreglada y a la espera de su marido, con una gran sonrisa. “Mis uñas tenían que estar bien lindas y mi cabello arreglado. No dejaba que Francisco me viera fea porque para mí eso era pecado”.

Ahora las prioridades de la 'reina de La Cordialidad' son otras. “Vivo con mi hija y mis tres nietos. Mi Diana no contó con la suerte de encontrar un buen hombre y yo trabajo para ayudarla con los niños. Ella sale y limpia casas y yo trabajo aquí. Ella y mis nietos ahora son mi motor y, a pesar de que todos los días extraño al amor de mi vida (se refiere a su hijo) no dejo de lado mis ganas de superarme”, puntualiza.

Su negocio se llama ‘Las cincuenta sombras de Denis’ porque ella es “sexy como la película” y le gusta tratar bien a todos. A parte de coco, vende jugos, malta y gaseosa, pero lo que más le gusta regalar es la amistad.

La mujer es de la ‘high life’ del centro, pues tiene fotos con el Alcalde Alejandro Char e incluso le dio un coco al Presidente Juan Manuel Santos. En la prensa no es desconocida pues, según ella, hasta de Europa le han hecho reportajes. Sin embargo, su situación sigue igual y lo recalca a modo de chiste: “soy más famosa que Shakira, pero sin plata".

Denis no quiere nada regalado porque todo le gusta luchárselo. Si pudiera pedir un deseo, le gustaría tener un carrito para movilizar mejor sus cocos y poder llegar a más lugares.

No tiene grandes reconocimientos, ni un diploma de universidad o de colegio, pero sí le sobra amor y carisma, es de esas personas que, pese a la dificultad, saben sonreír y le pone “cara de puño a la amargura”, dicho por ella misma.

Este martes 8 de marzo, en el marco del Día Internacional de la Mujer, Denis demuestra que, para salir adelante, solo hay que tener ganas.

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